A veces pasas una gran parte de tu tiempo imaginando un camino, trazando cada paso y luego te das cuenta que, a pesar de que este está perfectamente diseñado en tu mente y lo ves como algo seguro, ya no lo sientes como tuyo. Y es ahí, justo en ese segundo de desconexión con esa proyección que has creado meticulosamente en tu cabeza, que te das cuenta que ya llevas mucho tiempo transitando y creando otro camino, uno en el que tus recuerdos e imágenes del pasado, adquieren un nuevo significado.
“Hijo de tigre sale pintado” solía decirme mi papá, y yo siempre me reía por la manera tan divertida y contundente en que me lo decía; hinchaba su pecho y lo “cantaba” a modo de profecía, y la verdad es que a mí nunca se me pasó por la cabeza que yo fuera a salir “pintada” con las intenciones de ser independiente.
Siempre soñé con ser una gran ejecutiva y no me imaginaba recorriendo el mismo camino que mi padre. Recuerdo que solía dejarme artículos de emprendimiento pegados en el televisor de mi cuarto, y yo, sin que se diera cuenta, los botaba a la caneca sin leerlos.
Esto nunca se lo dije, ni se lo confesé más adelante, ya que aunque era muy fresco y le gustaba “mamar gallo”, tenía un corazón muy dulce y sensible. Saber que yo rechazaba tajantemente sus intentos por convencerme, le habría partido el corazón. O tal vez no, quizás sabía lo que hacía y tenía la certeza de que si persistía, a lo largo del tiempo se cumpliría La profecía y conseguiría regalarle a sus hijos el mayor motor de libertad y felicidad para su vida: el emprendimiento.
Cuando me gradué de la universidad ya llevaba muchos años trabajando, había tenido la fortuna de tener un novio emprendedor con el que trabajé y aprendí de producción de eventos, y recomendada por una amiga había conseguido un trabajo en Azurian, una consultora en TI (Tecnologías de Información) en la que comencé a trabajar como practicante mientras estudiaba.
Allí me cambió completamente la perspectiva de lo que era tener un jefe y trabajar en una empresa. Tuve el regalo y la fortuna de trabajar con un equipo humano maravilloso, y aprender de Nicolás Dueñas, un gran mentor que me enseñó a creer en mí, a hacer las cosas de una manera diferente y me dio las alas para crecer bajo mi propia visión y mi manera creativa de hacer las cosas.
Arranqué como practicante, apoyé procesos comerciales, de RRHH y de la PMO (hacía de todo y para todos, hasta logos o temas gráficos para los gerentes de proyecto), luego pasé a ser Directora de Mercadeo y eventualmente a crear y dirigir la división de Soluciones Móviles.
Allí, después de haber trazado un lindo camino de aprendizajes y aventuras, tras la publicación de una entrevista que me hicieron en la revista Marketing News, un profesor de la universidad que admiraba profundamente me llamó para que me fuera a trabajar con él a una agencia de mobile marketing.
Ya me había gradudado, y a pesar de irme con mucha nostalgia de un lugar que sentía como mi casa, estaba lista para hacer algo nuevo.
El tema fue que la expectativa fue mucho más grande que la realidad, porque el trabajo estratégico y creativo para el que me habían contratado, poco a poco se empezó a transformar en una labor comercial; con requerimientos del gerente para conseguir y cerrar proyectos. Empecé a sentir como lentamente me marchitaba.. me enfermé, me dio hipoglicemia, se me subió el colesterol y los triglicéridos, me empezaron a dar migrañas y recuerdo que un día sentí que no aguantaban más. Llamé a mi padre y le dije “papá, por favor dime que si renuncio y no me sale nada que me guste, tú me das trabajo en El Paisa mientras tanto. No puedo más”.
Renuncié, sin tener la mínima idea de qué iba a hacer con mi vida. Me sentía completamente confundida porque en este último lugar en el que había trabajado sentía que no encajaba, que algo, o en realidad muchas cosas, no tenían sentido… Me fui una semana para Santa Marta con mi mejor amiga, tratando de desconectarme de todo, pero con una pregunta latente e insistente que no me dejaba tranquila y que en el avión de regreso a casa me había sorprendido con ataque de pánico ¿QUÉ VOY A HACER CON MI VIDA?
Regresaba y no tenía claro qué iba a hacer, en dónde, qué camino coger… sabía que me gustaba el ámbito creativo y sabía definitivamente que quería aplicar mi carrera de una manera diferente, y fue cuando en mi proceso de exploración e investigación encontré un Master en Psicocreatividad en España. “¡Eso es!”, “¡esto es!” me dije a mí misma.
Apliqué, me aceptaron y cuando estaba preparando todo y buscando piso, tras varios encuentros con mi padre en los que los dos terminábamos llorando, porque “¿quién se va a comer ahora mis calentados?” me decía, generando en mí una sensación de nostalgia y ternura que me llevaba al llanto, que sentí en lo profundo de mi ser que algo no estaba bien. Ese no era el camino, ese no era MI camino.
Y en ese momento, como cuando el instinto despiadado de un cazador se despierta para atacar a su presa, me entró un arranque completamente inesperado. Sí, quería aprender más, pero lo que yo quería era crear, quería soñar, quería hacer algo diferente, y sin pensarlo llamé a mi mejor amiga en ese entonces (que también se sentía estancada en su trabajo) y le dije que montaramos una empresa de consultoría creativa en comunicaciones.
Desde ese momento, hace más de 12 años, empezó mi largo y emocionante camino de la independencia, uno que jamás pensé que viviría, pero que hoy veo como un lindo recordatorio de que a pesar de que la vida se crea a partir de las decisiones que tomas, hay situaciones, enseñanzas e influencias, que tocan lo más profundo de tu corazón, y que si las dejas entrar sin resistencia, te pueden revelar un mundo entero de maravillosas experiencias.
Hoy puedo decir con certeza que sí, esta hija de tigre salió pintada. Me revelé, me resistí pero aquí estoy, con la dulce y contundente certeza de que emprender es de valientes, pero la valentía, más allá de afrontar las consecuencias de volverte independiente (renunciar a tu trabajo, perder tu estabilidad, etc.), está en verte a la cara todos los días y convencerte a ti mismo que no importa lo que pase o lo que te digan, TÚ PUEDES HACERLO; está en dejar salir ese instinto arriesgado e incierto y dejarlo latir con fuerza.
Nota: tengo un hermano abogado y una hermana diseñadora de modas, los 3 tenemos carreras distintas, pero todos somos independientes, ¿casualidad o profecía?
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Que maravilla que te dejaste llevar por tu instinto y hoy tienes todo el viento a tu favor, felicitaciones, muy interesante, un abrazote
Creo que al final tu papá tuvo en efecto maravilloso en todas las personas que lo llegamos a reconocer, sin pensar yo sigo por el mismo camino y siempre lo recuerdo a él como referente, un abrazo Ana!
Poderoso, ese dejarse llevar por un latido que es cada vez mas fuerte. Aunque no era el hijo del tigre, podria decir que el ahijado del tigre tambien sale pintado =)